Mi propia historia

En 1994 cursé mi último año de la carrera de composición en el CIEM (Centro de Investigación y Estudios Musicales) y fui invitado a unirme al ensamble de jazz de la escuela para tocar en el que sería mi primer festival internacional, el Festival Orfeo en Sofía, Bulgaria. Teníamos agendadas otras presentaciones en varios países: Jamaica,Turquía , Grecia y Hungría; pero todas cancelaron a última hora a petición de las embajadas de México, a raíz de una serie de asesinatos políticos que ocurrieron en aquellos turbulentos meses del 94, en que fueron asesinados Colosio y Ruiz Massieu.

Mi estancia en Europa se prologó más de lo previsto. Al terminar el festival viajé por Europa y terminé por asentarme en el oeste de Francia, donde viví el resto del año.

A mi regreso, como músico recién salido de la escuela, me fui a buscar trabajo. Y el primer trabajo que conseguí fue en una casa productora de música para comerciales y grupos de pop de adolecentes.

No era lo que yo esperaba hacer de mi vida como músico, pero me sentía contento de empezar a trabajar en lo que sabía hacer.

Llegué con la directora de la agencia, le enseñe mi currículum y algunas cintas con lo que había compuesto y me asignó mi primer proyecto. Entramos a un estudio de grabación que para mi era un sueño: consolas, mezcladoras, amplificadores, computadoras, sintetizadores. Todo lo que se necesita para hacer una grabación profesional.

-Mira, ésta es la letra: "Festival de Berol, es tu festival." Eso es todo, a ver qué se te ocurre. Entrégame una versión de 32 segundos para televisión y otra de 2:30 para eventos. Por cierto, supongo que ya lo sabes: todo lo que pase en esta agencia es urgente. Siempre va a ser así. Ahí está la cafetera, en la gaveta está el café y ahí está apuntado el teléfono de unos tacos que llevan a domicilio toda la noche. Pide lo que quieras y cárgalo a la empresa. A ver qué me tienes mañana.

Y cerró la puerta.

Y me quedo en ese estudio increíble, a media luz, con una cafetera, un paquete de cigarros y una hoja de papel pautado en blanco. Al cabo de un par de horas, el cenicero estaba repleto, yo iba por mi cuarto café y la puta hoja seguía en blanco.

No podía entender por qué me pasaba eso. Quienes han cursado los estudios profesionales en composición saben lo duro que es. Sólo el que lo ha hecho sabe las chingas que uno se pone. Cuando se estudia composición se trabaja todo el día y muchas veces toda la noche. Cada semana se entregan obras, al final de la carrera son obras orquestales. Y además se cursan muchas materias y hay que tocar piano y presentar exámenes a nivel profesional. Yo había hecho todo eso y además había cursado una especialidad en sistemas de composición contemporanea en el Conservartorio Nacional. No podía entender porqué una simple pieza pop/rock me acojonaba tanto.

En algún momento en la madrugada algo se me iluminó en la cabeza y escribí la primera idea, y de ahí me agarré y no paré hasta tener las dos versiones completas.

En mi vida, la experiencia de la hoja en blanco la he vivido muchas veces. Algún amigo budista alguna vez me contaba de su experiencia metafísica y me decía: "Meditar es increíble, deberías probar." A lo que yo le respondí: "De verdad no lo necesito, puedo poner la mente en blanco en cualquier momento que quiera." "Ah, de veras, ¿y cómo le haces?" "Muy fácil, sólo tengo que ir al estudio, preguntar qué proyecto tengo que componer. Me meto al estudio, saco un papel pautado y me quedo como pendejo viendo la hoja con la mente perfectamente en blanco."

Mi experiencia

Un amigo budista una vez me contaba de su experiencia metafísica.

-Meditar es increíble, deberías probar.- A lo que yo le respondí:

-De verdad que no lo necesito. Puedo poner la mente en blanco en el momento que quiera.

-Ah, ¿de veras? ¿Y cómo le haces?

-Muy fácil. Tú me pides que escriba una pieza por la que me vas a pagar. Yo me sirvo un café, saco una hoja de papel pautado y me quedo como pendejo viendo la hoja, con la mente perfectamente en blanco.