Los bloqueos artísticos y cómo evitarlos
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Ten cuidado con la urgencia
Queremos ser grandes artistas y queremos serlo ya, de forma inmediata. Aunque aparentemente no hay nada de malo en ello, querer serlo con urgencia a veces hace las cosas más difíciles. El problema está en plantearse metas demasiado altas, demasiado pronto. Como artistas debemos ser cautos en las metas que nos imponemos.
Una novela, una gran obra orquestal, una gran película, son metas altas que llevan detrás mucha experiencia, y son metas a las que se aspira cuando se ha pasado por largos períodos de formación. Si quieres hacer una gran película debes haber hecho antes muchos cortometrajes. Si quieres hacer una gran novela, habría que empezar por escribir un montón de cuentos cortos. Si quieres hacer una gran obra orquestal, antes debes haber compuesto muchos temas, debes haber hecho obras pequeñas para piano solo, para cuarteto de cuerdas y muchos experimentos con orquesta. En fin, las metas altas a destiempo tienen sus riesgos y te pueden pasar la factura. Una meta que no se puede cumplir sólo trae frustración, y eso como artistas no nos lleva a ningún lado.
¿Eso significa que no hay que tener metas altas?
Por supuesto que se deben tener, pero hay que preparase para ello. Hacerse de una formación que esté a la altura de nuestras necesidades expresivas.
Sé un aprendiz. Es muy fácil serlo cuando en efecto se es un estudiante, aunque no todos los estudiantes llegan al salón de clases con una actitud que les permite ser eficientes. Pero lo cierto es que es más difícil serlo cuando ya se lleva un camino recorrido en el arte. Pero si uno lo piensa dos veces, un aprendiz tiene todo por ganar. Es relajado ser un aprendiz. La humildad a la que nos obligamos cuando queremos aprender algo no es reflejo de una baja autoestima. Por el contrario, muchos grandes artistas se consideraban a ellos mismos aprendices aunque ya tenían un largo camino recorrido y una fama bien reconocida.
A sus 28 años, Mozart se puso a leer sobre contrapunto de nuevo por recomendación de Haydn y platicaba con él sobre ello. Haydn le regaló su copia del libro Gradus Ad Parnasum de Johannes Fux, llena de anotaciones, y esta copia se convirtió en el libro de cabecera de Mozart. Estamos hablando de uno de los más grandes genios de la música. Mozart fue admitido en la Academia Filarmónica de Bolonia a los catorce años. La academia tuvo que hacer una excepción con él, porque sólo admitía después de los 20 años. Mozart había estudiado de muy joven con Giovanni Battista Martini, el mayor teórico de su época. Pero un hombre con ese talento, con esos conocimientos ya probados, ya avalados por la mayor institución de su época, aun después de haber escrito una enorme cantidad de obras importantes que han trascendido siglos, después de haber tocado en las cortes europeas, nada más ni nada menos que él, a los 28 años en el pináculo de su carrera, toma un libro de contrapunto y se pone a leerlo. Si a alguien con los logros que él había alcanzado le volvió a entusiasmar ponerse a estudiar, seguro que todos nosotros podemos.
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